jueves, 2 de septiembre de 2010

Capítulo 2: La Cárcel Hospitalaria


Ingresé en el hospital un viernes al medio día, y hasta por la tarde sobre las ocho no me dieron una habitación compartida, claro está, la seguridad social no da para mucho más, al entrar en la habitación no pintaba mal la cosa, como llevaba tiempo sin comer no tenía dolores ni malestar. Me llevaron a la habitación y me encontré dentro una familia muy simpática que venía a ver a mi compañero de habitación, al entrar como estaban montando un poco de jaleo, me pidieron disculpas por si me molestaba que estuvieran allí charlando en voz alta, yo les dije que no me pasaba nada grave que solo estaba allí para hacerme unas pruebas… Al despedirse de mi compañero de habitación también lo hicieron de mí y me desearon que no fuera nada, era una familia encantadora. Al estar solos en la habitación ya pude ver mejor a mi compañero, era un chico joven de unos treinta y pocos años, muy tranquilo y agradable, llevaba allí algunos días y al parecer tenía una hepatitis tóxica, provocada por una dieta que hizo con hierbas asiáticas. Por suerte los dos éramos personas educadas y amables, hablábamos sobre las pruebas que le habían hecho y me iban hacer a mí, me tranquilizó mucho con sus palabras, eso sí mi compañero solo perdía la tranquilidad cuando venía la doctora a verle y le decía que tenía que seguir en el hospital ingresado, el vivía en Madrid capital pero por el trabajo acabo en este hospital. Cuando la doctora le decía que debía permanecer en el hospital un día más, mi compañero ponía como impaciente o inquieto, no sabía porque le ocurría eso cuando parecía que estaba bien. Con el tiempo lo fui entendiendo todo…
Llegó el día en que le dieron el alta a mi compañero y claro ese día se puso muy feliz y se vistió con su ropa, una ropa bonita y elegante, ¡menudo cambio que dio! Yo se lo dije y me dijo que sin el pijama del hospital se ganaba mucho jeje. Yo me también estaba contento por él. Se despidió de mí y me dijo que a ver si nos volvíamos a ver en otra ocasión fuera del hospital, claro está.

¡Vaya que suerte tenía! Toda la habitación para mí, y así la tuve desde el viernes por la tarde y todo el sábado, yo estaba encantado porque era como estar en una clínica privada, una habitación para mi sólo, que lujo. Pude ver el fútbol del sábado noche tranquilamente y me pude dar mis paseos recorriendo la habitación para poder quitarme el malestar provocado por los gases. Estaba muy animado ese día y me fui a dormir feliz, pero al parecer no todo iba a ser tan bonito… a las tres o cuatro de la madrugada aparecieron los enfermeros, y me despertaron de golpe montando un buen jaleo, sin cortarse un pelo con los ruidos, observé como metían en mi habitación un hombre mayor de unos sesenta años inconsciente con varias bolsas de sangre, ya que le estaban haciendo una transfusión de sangre. Pensé que ya podría dormir y que se había acabado el espectáculo, pero no, aquel hombre mayor, mi nuevo compañero… empezó hacer ruidos extraños como si se quejará y no pudiera vocalizar, esos ruidos no paraban y eran a un volumen que no podía dejar ser percibido por mis oídos, esa noche no pegue ojo…
No me pareció muy normal que metieran a una persona que estuviera así de delicada a mi lado, ya que yo no necesitaba tantas atenciones, bueno pensé que lo peor había pasado ya, pero aún no había comenzado mi infierno…

A la mañana siguiente apareció en escena la mujer de mi nuevo compañero de habitación, una mujer de unos cincuenta y algo años, al presentarse parecía normal, pero con el tiempo se fue destapando lo que realmente era, primero sin conocerme de nada, empezó a darme una charla de esas en plan lección de vida, haciéndose la víctima la muy pobrecita, que había pasado muy malos momentos en su vida, ¡Joder! Es normal tenía casi 60 años, si a esas edad en tu vida no ha pasado nada así es que o has estado en coma todo ese tiempo o vives en una dimensión paralela a la nuestra. Me contó que su marido era un magnífico hombre que era un gran trabajador etc etc, es decir, lo que se dice en esos casos que la gente ha muerto o se está muriendo. Yo pensé que solo era un poco pesadita, pero resultó no solo ser eso, sino que también estaba desquiciada, con decir que de ahora en adelante me referiré a ella como la loca. Primero empezó con la locura de que las enfermeras no trataban bien a su marido, que una persona así les estorbaba en el hospital, que querían matarlo, yo ya no vi muy normal esos comentarios cuando las enfermeras intentaban ser lo más encantadoras posibles, unas más que otras pero eso es como todo.

Mi infierno comenzó por la noche, aquella mujer se iba a quedar a velar por su marido, ya que era muy desconfiada, pero bueno también es lo normal si es tu marido el que está ahí, bueno pues a ella parecía que sólo le importaba su marido, como estaba sedado o medio inconsciente, pues eran ya más de las doce de la noche y no apagaba la luz de la habitación, iban pasando las horas y no paraba quieta, seguía chillando llamando a las enfermeras cada veinte minutos y con la luz enciendo y apagando todo el rato. Yo pensaba que solo sería esa noche y que se iría a casa, pero no, la loca seguía allí, se iba por la mañana y volvía por la noche a incordiarme a mi y también a su marido, era tan pesadilla, que cuando el marido recuperó el habla y ella no le dejaba en paz preguntándole que si le quería, el pobre hombre le decía que no que le dejará en paz. No me imagino tener que convivir con una persona así toda mi vida… Tan maleducada, pesada y desquiciada, los días pasaban y la loca seguí allí, armando jaleo por la noche, chillando, encendiendo y apagando la luz, insultando a las enfermeras, vamos todo un espectáculo nocturno, que a una persona tan sensible como yo le sentaba “genial”.
Lleva cuatro días sin poder dormir y me estaba volviendo literalmente loco, estaba totalmente desesperado, no sabía si matar a la loca o que hacer, pero si ya estaba en la cárcel (el hospital) no quería ir a otra cárcel. Una noche me levante y salí de la habitación, ya no podía aguantarlo más, estaba de los nervios, empecé a dar vueltas por los pasillos del hospital sin saber que hacer para quitarme esa rabia y esa angustia que me provocaba aquella mujer, empecé a darles puñetazos a las máquinas de refrescos y comida que había en el pasillo, para no dárselos a la loca. Aún no se como puede ser una persona tan desconsiderada con un chico que esta ingresado en un hospital, supongo que es una mezcla de locura mental y egoísmo. Además la loca no se cortaba ni un pelo en diagnosticar lo que me ocurría a mí, según ella yo tenía un empacho de bombones… Maldita hija de…. Solo espero no volver a cruzármela en la vida.
Esa noche acaba intentado dormir en las sillas de la sala de espera del pasillo, allí esperé hasta que amaneció y a eso de las ocho o nueve de la mañana apareció la doctora, al verme allí se sorprendió y me dijo que pasaba, yo le dije todo el circo que tenía montado en mi habitación, me dijo que me tranquilizará que luego iría hablar conmigo en la habitación. Cuando llegó mandó salir de la habitación a la loca, empecé a contarle que llevaba cuatro días sin descansar y que estaba desesperado que si tenía que permanecer una noche más allí abandonaría el hospital, todo esto entre lágrimas que me caían por la frustración que acumulaba. Me dijo que me iba a cambiar de habitación en cuanto quedará una cama libre, que sería ese mismo día.
Finalmente al mediodía se cumplió mi deseo, y me cambiaron de habitación, estaba asustado por que me iba a encontrar como nuevo compañero y demás, pero tuve suerte y me pusieron con un señor mayor, que era muy gracioso y hablaba mucho conmigo, además le gustaba el fútbol, me mandaba a comprarle el periódico deportivo porque el se movía con una muletas por la debilidad que tenía en sus piernas. También veíamos la televisión juntos y hacía comentarios simpáticos, le dije lo que había vivido y me dijo que es lo peor que te puede tocar en un hospital, porque cambia mucho la estancia dependiendo del compañero que te toque. Ya que no es fácil permanecer encerrado en un espacio sin poder salir ni hacer nada que te gustaría, como salir a la calle o estar con tus amigos, vamos que te quitan la libertad, es como estar en una cárcel, y por eso todo el mundo esta ansioso por salir de allí, mi compañero también quería salir de allí pero no le daban el alta porque aún tenía algo de fiebre, yo después de casi un mes ingresado y después de haberme sometido a numerosas pruebas, que no he querido mencionar porque son unas cuantas y no muy agradables (tampoco he mencionado en la historia a todas esas personas que han estado a mi lado y me han ido a visitar y animar, que no han sido pocas… a todas ellas les agradezco de todo corazón su apoyo y compañía en ellas no incluyo a la que era mi novia imaginaos el porque), recibí la mejor noticia que puede recibir una persona que está ingresada en el hospital o como yo le llamo la cárcel hospitalaria, me dieron el alta un jueves , ¡por fin podía volver a ser libre! Volver a mi casa y salir de aquella cárcel. De la emoción de la noticia del alta, no le di importancia al diagnóstico que me dio la doctora, también es cierto que tampoco me dio mucha información, además del nombre de lo que me pasaba… y las pastillas que debería tomar para curarme, recuerdo que también me dio un par de pautas dietéticas sobre lo que debería comer y no comer. Por ello pensé que cuando llegase a casa todo lo malo había acabado pero…

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Capítulo 1: Ayer todo iba bien

Mi historia comienza cuando yo tenía ventipocos años, en esa época de mi vida en la que volvía a estudiar, empecé a sacarme el bachillerato y al mismo tiempo encontré un trabajo en una empresa de logística, no era gran cosa, trabajaba muy duro por un salario normalito. Encontré el trabajo por casualidad en verano en el mes de julio, al principio pensaba que solo sería un trabajo de verano de eso de un mes o dos, pero empecé a cogerle gusto a eso de trabajar, el trabajo era una mierda hablando claro pero la compañía era muy agradable, estaba rodeado de un grupo de mujeres encantadoras y muy distintas entre sí, cada una con su historia, pero todas ellas tenían algo especial: bondad, alegría, locura, conversación y sobre todo buen humor, eso nunca faltaba en el trabajo por mucho que se empeñase el jefe. Pero tampoco quiero desviarme del tema, la cosa es que el trabajo me daba para tener mi propio coche y mis gastos, es decir, una independencia económica que a cualquiera persona normal le hace sentirse bien.

Por la mañana trabajaba, y que buenos ratos he pasado junto a mis compañeras, después volvía a casa, me duchaba, comía y me echaba la siesta. Por la tarde iba a clase a instituto cerca de mi casa, allí además de sacarme el bachillerato, también pasaba muy buenos momentos, gracias a los profesores y como no a los compañeros. Fui aprobando asignaturas para obtener el título de bachillerato y sin buscarlo hice muy buenas amistades, algunas siguen en pie y otras me defraudaron pero eso ya lo comentaré más adelante.

En definitiva, gozaba de tener un trabajo más o menos estable, una formación que me haría tener un futuro mejor..., unos amigos que no serían los mejores del mundo pero te hacían reír y feliz con su simple compañía y también gozaba de algo mucho más importante, a lo que menos valor o importancia le daba, y eso era la salud. Sí! tenía salud, tanto física como mental.
Al acabar el bachillerato también conseguí echarme novia, una compañera de clase del bachillerato, que tenía algo..., no se que, peor a todos los chicos nos gustaba, al final el "afortunado" fui yo porque la conseguí. A está época de mi vida la llamaremos, mi época dorada. En mi época dorada lo tenía todo: salud, dinero y amor, o eso pensaba yo.

Seguí trabajando en el mismo trabajo todo el verano todo el verano, el último verano antes de.... ya sabéis, hasta septiembre trabaje ya que en el mes de octubre comenzaba un ciclo superior de informática, administración de sistemas informáticos, se llamaba. No es que me apasionará la informática pero era la rama profesional con más salidas, es decir, con demanda para trabajar y con un sueldo bastante interesante. Por todo ello intenté probar, yo pensaba sacármelo en un par de años y así por fin volver a trabajar y quien sabe si tener una casa y una familia.
Las clases no comenzaron muy bien, mis nuevos compañeros además de muy jovencitos eran muy diferentes a mí, eran buena gente pero eran muy frikis como ellos mismos reconocían. Ellos disfrutaban con cada cosa que aprendíamos y yo solo pensaba en terminar la mañana lo antes posible para volver a casa. En fin, me había equivocado de lleno en mi elección, empecé a agobiarme porque ya que había empezado aquello tenía que terminarlo. Empecé a juntarme con los compañeros que más controlaban del tema y a estudiar por las tardes como todo un empollón. Estaba muy agobiado y por parte de mi novia no obtenía ningún apoyo, pensé en dejarlo y ponerme a buscar trabajo, pero en esa época ya había comenzado la crisis en España, no sería nada fácil encontrar un trabajo. También intenté cambiar de ciclo formativo pero no tuve suerte, asique apechugue y conseguí aprobar el primer trimestre con buena nota, no me fue difícil por solo era teoría. Memorizar un texto sin tener mucha idea de lo que pone no me resulta difícil. Pero el segundo trimestre no era solo teoría, también tendría práctica y eso si que no me resultaba fácil, es lo veía imposible, por que no me gustaba y tampoco me enteraba en clase, en definitiva, la informática no era lo mío. Se lo comenté a mi novia pero ella no le daba importancia, pensaba que exageraba y que aprobaría. La verdad, sus pocas palabras y su actitud no me ayudaron mucho.

Bueno antes de finalizar el primer trimestre del tordo, empecé a encontrarme mal del estómago, no le dí importancia, ya que pensaba que sería una simple gastritis causada por todos los nervios y la tensión acumulada, parecía que estaba un poco mejor y por eso decidí ir a la cena de navidad con los compañero del ciclo de informática. Fuimos a un buffet oriental, la verdad cene muy bien, me puse fino de todo lo que había, comí y repetí hasta que me cansé yo podía comer más, al acabar la cena me compre unos puritos yo nos los fumamos como buenos señores. Yo no me imaginaba que esa iba a ser mi última cena de verdad... La noche fue muy divertida, fuimos a un loca l y nos pusimos a beber chupitos, un compañero me retó a ver si bebía más que él, pero no pude aceptar el reto porque me encontraba regular, al parecer no me había recuperado del todo de aquella "gastritis", volví a casa contento por lo bien que me lo pase, pero preocupado por la tripa. Por ello, empecé con la dieta blanda a ver si mejoraba la cosa.
Unos días más tarde tuve otra cena de navidad pero esta vez con mis amigos, los colegas de siempre, ese día recuero que estaba toda la ciudad llena de nieve y de hielo, porque había caído una gran nevada el día anterior. Decidimos ir a cenar a un restaurante chino, todo iba más o menos bien, mi tripa iba aguantando, acabamos y llego la hora de brindar con los chupitos de licor, por el camino a los locales de fiesta empecé a encontrarme mal, tenía un gran malestar de tripa, pero se me paso un poco. Entramos en un local y me pedí una cerveza, bebí un trago y me empezó a doler más, le di la cerveza a un amigo y les dije a todos que me iba a casa, me encontraba fatal, creía que iba a morirme.

Los días siguientes fue mejorando la cosa y pude empezar el segundo trimestre de informática, pero un viernes de los que tenía clase fui al hospital de urgencias porque me encontraba realmente mal, sobretodo después de las comidas tenía un dolor fuerte en la tripa, yo lo describo como una fuerte contracción de una embarazada, yo tampoco se como es eso, pero sentía un dolor muy fuerte, además de tener descomposición al ir al baño. El médico del hospital, un chico joven de unos treinta a cuarenta años de nacionalidad sudamericana al parecer por el "asento", este chico me dijo que era una gastroenteritis aguda, bueno me lo diagnosticó sin más preámbulos. Yo me fui a casa tan feliz pensando que esto se pasaría en unos días haciendo dieta blanda, pero no se pasaba ni siquiera comiendo solo arroz y yogures naturales. Era muy extraño, el dolor persistía y la descomposición también. Yo intentaba seguir yendo a clase, mis compañeros se preocuparon por mí y me preguntaban que me pasaba, porque faltaba tanto y en cambia mi tutor no me decía nada, ni unas palabras de apoyo o algo así. A mí novia tampoco se le daba muy bien lo de dar apoyo, o estar ahí en los momentos malos.

Bueno al final conseguí ir a un examen a duras penas, lo acabé y supongo que lo aprobé pero no lo se por que no volví más a clase, al acabar el examen me subí a urgencias porque no podía aguantar más el dolor y esperaba que me dieran una solución. Al llegar a urgencias pensaba que iba esperar un buen rato a que me atendieran como de costumbre, pero no, me llamaron pronto y entre a ver médico me atendía.... Me atendió un médico español, un hombre de unos cuarenta años y por sus palabras, una persona franca y profesional, me dijo que no sabía que me pasaba pero que lo mejor sería que me quedará ingresado para que me hicieran pruebas hasta poder encontrar lo que me pasaba realmente, era un viernes y hasta el lunes no podrían empezar a verme la doctora de digestivo, pero no me quedaba otra y tuve que quedarme ingresado esperando que encontrasen la solución a mi problema. Pensaba que solo serían unos días pero...

ESTA ES MI HISTORIA